martes, 10 de enero de 2017

El Lobo Ganó


Dicen que las mujeres nacimos fantaseando con el amor, encontrar a un príncipe azul que nos dé su apellido y tengamos honor. Pero la caperuza era diferente, sabía que no necesitaba tales cosas, y que sí debía querer a alguien, sería a un guerrero que luchase erguido, valiente, amoroso, sin perder el norte, la fe, la pasión pero sobre todo la sonrisa. Lo tenía claro, es por eso que apareció... No tenía castillos, ni corceles, tampoco joyas heredadas o un carruaje impresionante, el Lobo, tiene fuerza, mentalidad de triunfo, sonrisa generosa, mirada penetrante, manos de lucha, cuerpo de dios griego, amor en lo que hace... 

No, no, son palabras de persona deslumbrada, es de mujer observadora. La Caperuza, aprendió a conocerle, a quererle, a desearle y complacerle, no como se hace en la sumisión, es en como se hace en la pasión, ambos se entregan, ambos se reconocen, se complementan y con solo una mirada pueden planear aventuras completas.

Siempre han culpado al Lobo por todo, lo han hecho poseedor del título de malo, pero... ¿Acaso no llevamos todxs algo de maldad en nuestro interior? Y no es maldad, solo es explorar lo que se dice prohibido... Sus besos, su piel, sus orgasmos.

La historia dice que La Caperuza le ganó al Lobo, lo que no dice es que fue con paciencia, a besos, con un Buenos días, o un abrazo de "Te Extrañé" La historia no dice que le enseñaron a controlar todo, pero que ella quitó cada barrera, siendo una loquita que desentona el mundo.

Para ellos, el paraíso se puede encontrar en una noche tierna e inocente, solo durmiendo, o en las madrugadas más apasionantes, aquellas donde después de explotar de placer, caminan con inocencia tomados de la mano, cuando la ciudad duerme... Cuando el amor habla.

Contigo, querido Lobo, la Caperuza se quitó los miedos, se arriesgó a todo... Y ganó.