miércoles, 24 de septiembre de 2014

Complicidad



¿Por qué te gusta la poesía?  Me decía mientras escribía una nueva estrofa en mi espalda… Con cada beso que dejaba huella en el alma. ¿Será posible?, ¿Cómo se toca el alma? Con un suspiro creo a veces, con una mirada o con esa media sonrisa que me dá, mientras me ve directo a los ojos. Es probable, es incierto, la verdad no la sé, solo conozco lo que siente mi piel cuando me toca, cuando me besa, cuando su carne y mi carne se hacen una.

¿Impropio pensarle? ¡Impropio no desearle! Si su silueta se me asemeja a un paraíso del que solo una persona con gran inventiva podría crear en sus textos, en sus imágenes.

Cúmulo de emociones, ideas que salen de la nada y yo su cómplice, la más leal, la que quiere llevar al mayor de lo éxtasis la nueva locura a ejecutar, nervios al pensar, dudas, pero al final siempre le diré que sí, y así nuestra historia tiene muchos escenarios, esa historia que empezó de la manera no pensada, no vista, solo dada, esa que si sale a la luz, nos dirían que nos firman para llevarla a la pantalla. Pero no somos así, somos dos seres que se conocen, se cuidan se complacen porque se quieren o se quieren porque se complacen ¿Será lo mismo? No, hay una línea delgada que cambia todo… Y empieza con querer.


Quererlo en cualquier tiempo, en cualquier circunstancia, con sus manías, esas que me vuelven loca de pasión, que me divierten, que me demuestra lo que siente al tenerme cerca.