lunes, 11 de agosto de 2014

Lenguaje de Amor.-

Bastaba una mirada, para saber que se desencadenarían torbellinos de pasiones que habían estado presos por mucho tiempo. Entre los oficios del día a día, dejar de pensarse era algo imposible, la mente traicionera a cada instante hacía se recordasen, un olor, un paisaje, una bebida, un lugar, momentos vividos juntos, como nunca antes alguien lo habría pensado.

Clandestino es su amor, a ratos de libertad, pero prófugos a la realidad que los separaba, ellos hacían la suya para vivir ese amor tan condenado.
Un roce de su piel, leve, sutil y caía en sus provocaciones, una media sonrisa, que evocaba al más ferviente deseo, “ven” le decía con la mirada, y ella solo demoraba el momento, dado que lo ansiaba tanto o más que él.

Son juegos, simple juegos que presagian una noche única, momento inigualable, solo superable por otro categorizado de la misma emoción. Testigos, solo ellos dos, jueces y verdugos no importan ya, es mejor arriesgar al vivir con las ganas de saber…

Y en ese encuentro tan casual, tan buscado y encontrado, se admiraban tiernamente cuál si fuese la primera vez, estaban ahí, quietos los dos, con la respiración acelerada de a ratos, conteniendo todo el furor, para desatarlo en el mejor momento, no hay necesidad de palabras, sus manos conocen bien el cuerpo del otro, saben donde oprimir para más, más, más placer. Se sumergen en esa emoción  que solo la complicidad suele dar, él adora apretar el cabello de ella, mientras le besa su cuello dócil ante tal expresión de pasión. 

Ella mientras, apreta con ahínco su espalda firme y robusta cuál roble firme que ha pasado tempestades y sobrevivido para contarlo, se estremecían, deliraban, cuerpos  en una llamarada de pasión. Aún no, espera, espera, parece decirle ella a él con su mirada, y él la conoce bien, sabe la espera valdrá la pena, valdrá la dicha, valdrá el tiempo del cuál no tienen noción. Al final ¿Qué importa la hora? Sí, todo se reduce a ese momento, donde la piel traduce el lenguaje del amor.-